Marta Robles nos adentra a una realidad de las que poco hablan. Sobre esas mujeres que son víctimas de la trata de blanca. La trama de La chica a la que no supiste amar es dura, sórdida y que lamentablemente es la realidad de muchas mujeres.
El detective Tony Roures se ha ganado la reputación de ser uno de los mejores. Ahora le llueven los casos, especialmente casos relacionado con infidelidad.
Roures recibe una visita en horas de madrugada en su casa. Es su viejo amigo Alberto Llorens, el cual no había visto en mucho tiempo. Hasta donde recordaba era un fotógrafo felizmente casado.
Pero la realidad es otra porque su amigo tiene muchos problemas con su esposa Ana y ahora visita con frecuencia un Club de alterne más famoso de Castellón. En el club conoció a una chica llama Blessing de nacionalidad nigeriana.
Blessing trabaja por obligación en el club porque fue engañada. Es amenazada con un ritual de vudú y contrajo una deuda imposible de pagar. No tiene más opción que trabajar en el prostíbulo.
Operaron a Blessing por cáncer de mama, pero tuvo un procedimiento médico negligente. Por consiguiente, los proxenetas decidieron que ya no era de utilidad por ser “mercancía estropeada”.
Asesinaron a la chica y ahora Llorens recibe amenazas constantes. La organización quiere culparlo por el asesinato de Blessing y cobrarle la deuda que contrajo la chica en vida.
Roures acepta el caso y comienza su investigación. A medida que avanza en el caso se verá involucrado con una red criminal de trata de mujeres caracterizada por ser muy crueles.
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