Josep Pla, uno de los cronistas más brillantes que ha dado España, escribe Las ciudades del mar. Una oda a la belleza y la majestuosidad del Mediterráneo, en todo su esplendor. Para Europa occidental, el Mediterráneo es sumamente sagrado. Dador de vida y un mar tradicional para todos los países, los cuales tienen la suerte de ser tocados por sus olas.
Son muchas las ciudades que bordean al Mediterráneo, de diversos países que de alguna u otra forma, le deben su existencia a este mar. Desde la Península Ibérica, hasta las orillas de Croacia. Pasando por varias de sus islas, entre las que se pueden mencionar Chipre, Sicilia, Cerdeña, entre muchas otras. Por supuesto, no solo Europa se congracia con las aguas del Mediterráneo. Turquía, El Líbano, Palestina, así como Egipto, Argelia, Túnez o Marruecos, todos estos países de diferentes continentes, son conocidos por ser parte de la magia de uno de los mares más atractivos.
Sin duda alguna, Pla fue un exquisito cronista y crítico de los más hermosos paisajes tanto de Europa, como del mundo. Gracias a sus experiencias, en este caso, del Mediterráneo, llena estas líneas con el más mítico relato acerca de la magia de estas aguas. No solo se introduce en su belleza, sino también en el tiempo. Rememora así las orillas de los años 40, llenas de aguas puras, limpias y de hermosos colores y aromas. Sin dudas, un excelente trabajo acerca de esta joya que une 3 continentes.
Booktrailer del libro Las ciudades del mar
Acerca del autor Josep Pla
Josep Pla i Casadevall (conocido como José Pla en español) (8 de marzo de 1897, Palafrugell, Girona – 23 de abril de 1981, Llofriu, Girona) fue un periodista catalán y un autor popular. Como periodista trabajó en Francia, Italia, Inglaterra, Alemania y Rusia, desde donde escribió crónicas políticas y culturales en catalán.
Las características más importantes del estilo “planiano” son la simplicidad, la ironía y la claridad. Sus obras muestran una visión subjetiva y coloquial, “antiliteraria”, en la que destaca, sin embargo, un enorme esfuerzo estilístico llamando a las cosas por sus nombres y “proponiendo el adjetivo preciso”, una de sus obsesiones literarias más persistentes.